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Segunda mitad de la década de los ’80. Un grupo de técnicos y directores de un departamento productivo de una multinacional americana al norte de Barcelona discuten acaloradamente sobre el objetivo de accidentes para el siguiente año. Hay varias corrientes: por un lado, los posibilistas afirman que si venimos de tres accidentes el año anterior deberíamos tener un objetivo de dos o, como mucho, uno, mientras los puristas afirmábamos que tener como objetivo en Seguridad cualquier cosa por encima de cero es un insulto a la inteligencia porque aspiramos a que todos los empleados se vayan a casa cada día del año igual de sanos que han venido. Hay un componente tangencial que no he aclarado antes: el objetivo de Seguridad tenía un peso en nuestro variable (sí, ya existía entonces) por lo que poner un objetivo de 0, un sueño en un entorno industrial como aquel, era pegarnos un tiro en el pie (los modernos llaman a eso hacer un Froilán) y asumir de entrada que muy probablemente perderíamos parte del variable. Así son las cosas cuando los ideales triunfan sobre el pragmatismo.

Estaréis en ascuas por saber qué pasó: pusimos un objetivo ambicioso (cero) que se esfumó con un accidente a los tres meses…y perdimos esa parte del variable. Pero la moraleja no está en la discusión sobre qué postura habría que haber defendido, si fuimos naiveso simplemente pardillos, no, la moraleja tiene que ver en si hacíamos lo correcto y todo lo que podíamos para garantizar la seguridad de todos, y fundamentalmente los operarios, y cómo lo interpretaban y valoraban estos. Dejádme hacer una retrospectiva de lo que había entonces, muy alejado de la realidad actual; en Cataluña hubo el año 1988 un índice de incidencia de casi 80, es decir, prácticamente un 8% de los empleados industriales tuvo un accidente laboral ese año mientras nosotros aspirábamos a que ninguno de los 70 empleados tuviese un accidente; la cultura de la prevención no estaba muy desarrollada pero les hacíamos charlas, protegíamos máquinas, teníamos EPIS obligatorios, y procedimientos y no sé cuantas cosas más. Desde el punto de vista de los operarios éramos un autentico c…azo: les obligábamos a poner andamios, llevar casco, guantes y gafas, firmar permisos de trabajo, etc cuando con una escalera y unos alicates eran capaces de arreglar casi todo; estoy íntimamente convencido de que, aunque no lo reconocieran en público, valoraban mucho que la empresa se preocupase por ellos, no solo en condiciones económicas y beneficios sino también en protección. ¿Y no es eso lo que pretendemos continuamente, aunque lo llamemos de otras formas? ¿No contribuye eso a crear la buena imagen de empleador? ¿Y a fidelizar?

En lo que respecta a Medio Ambiente éramos uno de los pocos en la zona que no se encogían de hombros sobre el tema y teníamos cuidado con vertidos y emisiones sobre todo; no éramos perfectos y todavía guardo un buen puñado de anécdotas con el vecino que ahora no procede revelar. Y seguro que la opinión de los operarios era la misma, pero en el bar comentaban con sus colegas el dinero que gastábamos en tanques para aguas sucias, cubas de vaciado de tanques, limpiezas seguras, etc cuando todos los demás mangueaban el suelo y lo arrojaban a las rieras.

Esa empresa, una gran empresa de marcas muy conocidas, no lo hacía por mejorar su imagen en la comunidad o por una política de RSC a la cual le faltaban décadas para nacer, sino por el convencimiento de hacer lo correcto para sus empleados y la comunidad. En aquellos años, aunque las leyes en EEUU eran mucho más severas podía haber aplicado una política más laxa en la España de los 80, pero decidió invertir en la salud de los empleados y el respeto al medio ambiente. Todavía recuerdo la cara de un empleado cuando paramos la operación de limpieza que estaba realizando en una zona pulverulenta sin mascarilla y con un pañuelo de cuatro nudos en la cabeza como única protección.

Hoy las cosas han cambiado mucho, a mejor. Todos sacamos pecho porque tenemos políticas estrictas de Seguridad y Medio Ambiente; una parte se debe al avance de la legislación y el miedo que generan las sanciones, pero quiero pensar que el impulso fundamental descansa en el convencimiento de que cuidamos sinceramente de la salud de los empleados y del medio que legaremos a nuestros hijos… si bien nunca es suficiente, y seguimos asistiendo a prácticas frente a las que no deberíamos mirar para otro lado. Pongo algunos ejemplos:

Cada vez que toleramos una acción insegura en una máquina porque colocar una pieza de metacrilato – para evitar un posible atrapamiento – dificulta la operación y puede suponer una perdida de eficiencia, cada vez que lo permitimos estamos siendo incoherentes con lo que predicamos. Y cuando eso pase, que pasará, ¿cómo le explicamos al accidentado que ha perdido un dedo en una acción insegura cuando intentaba no parar la máquina y producir más? ¿Recompensaremos a su jefe por lo bien que lo ha hecho hasta entonces, ya que ha conseguido producir más aún a costa de saber que había un riesgo potencial?

Cada vez que hacemos una investigación superficial de un incidente o un accidente nos hacemos un flaco favor a todos nosotros, especialmente a nuestra credibilidad delante de nuestros empleados que perciben que hay un gran trecho entre lo que decimos y lo que hacemos. Deben saber que nos lo tomamos en serio; por tanto, que el Director General se involucre en la investigación y no permita análisis de causas básicas y acciones correctoras que insulten a la inteligencia es fundamental para evitar la recurrencia.

Cada vez que no damos ejemplo estamos más cerca de un accidente serio. Hace varios años un jefe de Almacén – da igual la empresa – estaba colaborando en la puesta en marcha de una máquina de retractilar palets; conocía perfectamente las normas y los riesgos pero no pudo evitar echar una mano para liberar un atasco, y lo consiguió pero no pudo impedir que la cuchilla de cortar el film le hiciese un tajo en la palma de la mano, mano que llevó raudo al bolsillo y, después de repartir unas instrucciones, salió de la fábrica porque tenia que hacer unas gestiones; suturaron su herida y por la tarde apareció lamentando la mala suerte y su falta de destreza al cortar jamón con un cuchillo afilado. Por supuesto se había cambiado los pantalones. ¿A quién engañó? Como estas cosas se acaban sabiendo, ¿tenía alguna autoridad moral para sancionar a cualquiera de sus empleados por realizar conscientemente alguna acción insegura? Pues eso.

Y hablando de sanciones, ¿Cuántas veces habéis sancionado a un empleado por una acción insegura voluntaria a pesar de estar recogida en el código disciplinario de vuestro convenio? Y si no sancionas al primero ni al segundo – por muy buenas razones, sin duda – ¿sancionarás al tercero? Todo lo que suponga una relajación de la tolerancia cero es inaceptable. Por cierto, el primer perjudicado en un accidente es el que lo sufre, pero tú también tienes un impacto negativo, ¿no?

¿Cuántas veces has parado la producción para prevenir una acción insegura? O mejor ¿cuántas veces has aplaudido a quien lo ha hecho, sea operario, supervisor o director? Pocas ¿no? Si se caen unas piezas de plástico al suelo y las apartan para terminar el pedido urgente en que están trabajando pero llega otro operario y las pisa y resbala y cae…¿le culparás por ir a la mutua y ésta recomiende una baja de una semana? Sí, ya lo sé, estos de la mutua son muy condescendientes, ¿no? Es más fácil disparar al pianista que mirar hacia uno mismo.

Cada vez que criticas – aunque sea en tono lúdico – a estos de Medio Ambiente por quitar las papeleras de las oficinas para obligarnos a levantarnos de nuestra mesa e ir a los puntos de reciclaje de papel y plástico (¡qué gran drama y esfuerzo!!) estás haciendo un flaco favor a tu política. Y no te digo si además mezclas y camuflas los residuos industriales para simplificar su reciclado o abaratar los costes

El Medio Ambiente en las empresas, por mucho que digamos lo contrario, es el pariente pobre. Ya sé que no estás de acuerdo, pero antes de polemizar conmigo mira la cantidad de recursos que pones en eso que llamas una prioridad y la calidad de los mismos. ¿Es más fácil convencerte para poner recursos adicionales en, digamos, Producción o Ventas que en Medio Ambiente?

No quiero dejar pasar la oportunidad de hacer una consideración particular sobre el impacto en el Medio Ambiente. Así, escrito con mayúsculas, impresiona mucho más y parece que llama a escribir sobre el cambio climático, pero no lo voy a hacer: prefiero dejarlo en manos de expertos como el famoso primo de un expresidente de Gobierno. Sin embargo, sí que rompo una lanza en favor de esas empresas que predican y practican con el ejemplo, e intento en la medida de mis posibilidades recompensárselo comprando sus productos y haciendo publicidad de sus éxitos. De la misma forma, me cuesta entender cómo un famoso fabricante de automóviles es condenado por el fraude en las emisiones de sus motores y nos conformamos con ver que lo han pillado y que tiene que pagar una multa multimillonaria… y ya está.

Vuelvo al inicio y reafirmo que tus empleados perciben y valoran cada esfuerzo que haces en Seguridad, Salud Laboral y Medio Ambiente, que cada euro que inviertes tiene un retorno. Y si no es así, tendrás la satisfacción de haber hecho lo correcto. Gracias a los esfuerzos de todos hemos erradicado el pañuelo de cuatro nudos como EPIS pero eso no implica que hayamos llegado a la meta; hoy hay la tercera parte de accidentes que al inicio de este artículo, buenas noticias en términos relativos que no empañan el hecho de que hubiese 90.000 más de los que debería haber habido el año pasado en Cataluña, 51 mortales. Y no debemos tirar tampoco las campanas al vuelo en Medio Ambiente: como país hemos aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero en un 15% desde 1990, periodo en los que el resto de la UE-28 han reducido un 25%, ó solo somos capaces de reciclar menos de un pobre 70%, eso sí, mejorando.

Pocas cosas me harían más feliz que leyese este articulo el usuario del pañuelo de cuatro nudos en el que lo he centrado y sonriese al recordarlo; y sería totalmente feliz si supiese que no hay nadie más que hoy toma una decisión errónea para su seguridad, la de los empleados e instalaciones, o las que afectan al entorno medioambiental. Cada uno de nosotros puede y debe contribuir.

 

El mundo no será destruido por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa – Albert Einstein